martes, 5 de mayo de 2015

POETAS FRANCESES DEL RENACIMIENTO

 

PIERRE DE RONSARD (1524-1585)

Reseña biográfica

Poeta francés nacido en Vendome en 1524.

Perteneciente a una familia de la nobleza, trabajó en la corte de Francisco I y luego estuvo al servicio de Jacobo I Rey de Escocia. Debido a problemas de salud renunció a la carrera militar ordenándose sacerdote en 1540. Viajó a Paris en 1544 donde ingresó a la escuela de Coqueret y se unió a otros poetas franceses para  formar el grupo de La Pléiade cuyo fin era fortalecer la literatura francesa.  

La primera publicación de renombre "Odas" en 1551, fue seguida de "Los Amores de Casandra" en 1552, "El Soto real" en 1554, "Los Himnos" en 1556 y "Poemas" en 1573.

Tanto su obra humanística como poética está marcada por la influencia que en él ejercieron Petrarca y Píndaro.

Se retiró a Saint-Cosme-les-Tours donde falleció en 1585 tras una larga enfermedad. ©

Poemas de Pierre de Ronsard:

A su amada

Canción

Canción II

El ramo que os envío...

Envío de flores

Madrigal

Muerte de María

Siempreviva

Soneto

Soneto a Casandra

Soneto para Helena

Sonetos para Helena

Toma esta rosa -amable cual tú eres... 

A su amada

Mi pequeña palomita,

mi pequeña, toda linda, 

perlita mía, besadme:

con la boca toda llena

de amor, quitadme la pena

de mi amoroso cuidado.

Cuando yo os diga: niña mía

acercaos, necesito

nueve besos a la vez,

dadme solamente tres,

como los que Diana guerrera

le. dio a Febo su hermano

y la Aurora a su viejo...

Luego, retirad la boca,

y lejos, toda esquivez,

huid con pie bullicioso. 

Como un toro por el prado

corre detrás de su amada,

así yo, lleno de ira,

correré, loco, tras vos,

y sujeta con fuerte mano

os retendré, de igual modo

que un águila al tembloroso pichón.

Entonces, fingiéndoos ruborosa

de darme los otros besos,

iniciaréis vos el gesto.

Pero en vano estaréis colgada

de mi cuello, esperando

(los ojos un poco bajos)

perdón de mi pecho herido.

Pues en lugar de seis he de pediros

más besos que estrellas nunca

tuviera el cielo; más que arena

se acumula en la orilla

arrastrada por el agua

cuando airada se estrella contra las rocas.

Canción

Quienquiera conocer al Amor y a su esencia,

su arco, su fuego, sus rasgos y su aspecto,

cuáles son sus maneras y qué es lo que desea,

lea estos versos: voy aquí a describirlo.

Es un placer repleto de tristeza, 

es un tormento ornado de alegría,

un desespero donde siempre se espera,

un esperar que siempre desespera. 

Es como una nostalgia de juventud perdida

es como polvo expandido en el aire,

es pintar en el aire, es pretender a una

coger el viento y blanquear un moro.

Es falsa risa y dolor verdadero,

tener herido el corazón sin lamentarse,

es volverse criado en lugar de señor,

es morir y nacer mil veces cada día.

Es cerrar a los amigos de la razón la puerta,

que triste languidece casi muerta,

para entregar la llave a la enemiga

que la recibe con el pretexto de ser amiga.

Es mil males por sólo una mirada

es estar sano y simularse enfermo,

es perjurar mintiéndose, y hacer

profesión de adular y complacer. 

Es un gran fuego envuelto en poco hielo,

un bello juego relleno de falacias,

es un despecho, una guerra, una tregua,

un largo pensamiento, una palabra breve.

Es un por fuera disimular el gozo,

celando un alma que dentro solloza, 

un mal tan agradable que uno anhela

consumirse por siempre en tan bello martirio.

Es una paz sin duración apenas,

es una guerra de combate extremado,

en donde el vencido recibe toda gloria,

y el vencedor no obtiene la victoria.

Es un error de juventud que elige

aun antes la prisión que la libertad.

Es un pensamiento que entre dudas no reposa,

y por objeto sólo tiene una cosa.

En fin, Nicolás, es amor unos celos,

una fiebre en un frenesí.

¿Qué mayor mal puede haber en el mundo

que tener por señor a una mujer?

Así, pues, para que tu corazón no caiga

bajo los lazos de tan sujeta ley,

si tú me crees, ten cuidado:

el arrepentimiento llega tarde.

Versión de L. S.

Canción II

                                             A Casandra

Vamos, Linda, a ver si la rosa

que abrió su pecho, esplendorosa,

a los primeros ímpetus del sol,

altiva, esbelta, iridiscente,

bajo la lumbre atardecente

copia aún de tu faz el arrebol.

¡Ah! Mira con cuanta presteza

sobre la tierra su belleza

hoja por hoja descendió...

Fiera madrastra la Natura,

la flor en ella sólo dura

el tiempo que la luz la acarició.

 

Si pues mi amor tu fe merece,

en tanto que tu edad florece

en su más bella y fresca novedad,

recoge de la primavera

tu flor... Ya ves: locura fuera

esperar que se mustie su beldad.

 

Versión de Carlos López Narváez

El ramo que os envío...

Fue para vos para quien yo, Señora,

cortó al rosal las flores que os envío;

no hacerlo así y el vendaval o el frío

las agostaran antes de la aurora.

Ejemplo os dan, que si lucís agora

de impar beldad mirífico atavío,

pensad también que el tiempo ciego, impío

todo lo va royendo hora tras hora.

 

Pasan, fugan, esfúmanse los días;

lo que hoy somos será muerta ventura

del incierto mañana en las umbrías.

 

de mi rendido amor no estáis segura?

Pasan las horas, fúganse vacías...

Por qué no darme en flor vuestra hermosura?

 

Versión de Carlos López Narváez

 

 

 

Envío de las flores

 

Hoy te envío estas flores que mi mano

acaba de cortar recién abiertas,

que de no recogerlas hoy temprano

las habría encontrado el alba yertas.

 

Ellas recuerdan el destino humano,

porque tus gracias y bellezas ciertas

se agostarán en día no lejano

y estarán, pronto, como flores, muertas.

 

Se va el tiempo, mi amiga... mas no es cierto:

somos nosotros, !ay! , los que nos vamos. 

Ni de ti ni de mí quedará huella.

 

Y cuando tú estés muerta y yo esté muerto,

nada habrá de este amor de que hoy hablo

ámame, entonces, mientras eres bella.

Versión de Andrés Holguín

 

 

 

 

Madrigal

¡Que se rompa el espejo en que se mira

llenándose de orgullo tu hermosura!

Cuando me vuelvas a mirar con ira

ya no es tan bella, oh niña, tu figura.

¡Cuánto hace que por ti mi alma suspira!

¿Y mi anhelo, mi fe, mi pasión pura

no lograrán que a quien por ti delira

te muestres algún día menos dura?

¿Crees que durará tu primavera?

¡Pasará! Pasará cual languidece

en el jardín efímera la rosa.

¡No volverá la juventud ligera!

Coge ávida el placer que ella te ofrece

y sin amar no mueras, niña hermosa.

 

 

 

Muerte de María

 

Como se ve en la rama de mayo abrir la rosa,

fulgente de hermosura, su primor florecido;

y al mismo sol, de celos sentirse estremecido

sin ella deja el alba su lágrima radiosa;

 

Y la gracia en sus pétalos recogerse amorosa,

y en el jardín  y el árbol su aroma trasfundido,

o en estivales fuegos, o por la lluvia herido,

deshojarse su cáliz y morir silenciosa;

 

Tal en la primavera de tu ser esplendente,

cuando el mundo y los cielos diademaban tu frente,

rendida por la Parca ya en cenizas reposas...

 

Recibe por ofrenda mi llanto y mis clamores,

y esta copa votiva y esta lluvia de flores:

vivo o muerto, que sea tu cuerpo sólo rosas.

 

Versión de Carlos López Narváez

 

 

 

Siempreviva

 

Para que así de siglo en siglo sobreviva

la perfecta amistad que Ronsard te profesa,

la razón ofuscada por tu pura belleza

y en tus brazos gemelos la libertad cautiva;

 

para que sepa el mundo que estaba siempre viva

tu imagen en mi sangre y en mi memoria impresa

y que mi alma rendida sólo de ti está presa,

hoy te envío mi amor con esta Siempreviva.

 

Ella perdurará largo tiempo fragante.

-Te haré, después de muerta, vivir perpetuamente,

tanto puede el empeño de un servidor amante

 

que al honrarte pretende honrar la virtud suma.

Tu nombre, como Laura, vivirá eternamente,

al menos lo que vivan los libros y la pluma.

 

Versión de Andrés Holguín

 

 

Soneto

 

¿Qué decís y qué hacéis, niña mía?

¿En qué soñáis? ¿Pensáis acaso en mí?

¿Acaso no os preocupa mi desmayo,

y este penar por vos que me envenena?

 

Por vuestro amor mi corazón se agita

y ante mis ojos yo os veo sin cesar,

ausente os escucho y aun os oigo,

y sólo vuestro amor suena en mi pensamiento.

 

Siempre están vuestros ojos, vuestras gracias

                                                          y encantos

en mí grabadas y también los lugares

donde os viera danzar, leer y hablar.

 

Os tengo como mía, y si yo no soy mío,

vos sois la sola que en mi pecho respira,

mi ojo, mi sangre, mi desgracia y mi bien.

 

Versión de L. S.

 

 

 

Soneto a Casandra

 

¿Qué dices, niña, qué haces diariamente?

¿Me recuerdas? ¿Qué piensas? ¿Qué te apena?

¿No te aflige mi pena permanente

así como tu imagen me envenena?

 

Ante mis ojos siempre estás presente.

Tu amor, ardiendo, el corazón me llena.

Distante te contemplo y te oigo ausente

y ningún otro amor en mí resuena.

 

Están fijos tus ojos en mi mente

y tu risa y tu voz con que deliro

están en mí grabadas de igual modo.

 

Te siento mía y, si me siento ausente,

es porque vivo en ti y en ti respiro,

mi único bien, mi corazón, mi todo!

Versión de Andrés Holguín 

 

Soneto para Helena

Vencida por los años, en la dulce tibieza

del hogar y la luz albos copos hilando,

dirás embelesada mis versos recordando:

Ronsard cantó los días de mi feliz belleza.

 

Ya no habrá quién recoja de tu voz la tristeza,

ni esclava soñolienta que el percibir el blando

rumor en que me nombras, dichosa despertando

con férvida loanza bendiga tu realeza.

 

Mi cuerpo bajo tierra, tan sólo ya mi alma

Yagará de tus mirtos umbrosos en la calma,

mientras tú, cerca al fuego, te acoges aterida.

 

Y has de llorar entonces esa altivez insana...

No te niegues, escúchame, no esperes a mañana:

cíñete desde ahora las rosas de la vida.

Versión de Carlos López Narváez

Sonetos para Helena

I

Hoy, primero de mayo, Helena, yo te juro

por Cástor y por Polux, tus hermanos gemelos,

por la vid enlazada al tronco de los olmos,

por los prados, los bosques erizados de verde,

 

por la estación primera de la Naturaleza,

por el cristal que corre por el fondo del río

y por los ruiseñores, milagro de los pájaros,

que sólo has de ser tú mi última aventura.

 

Únicamente tú me gustas; pues si amo

tu juventud ha sido por elección, no azar:

y voluntariamente acepto mi pasión.

 

Me confieso hacedor de mi propia fortuna:

virtud me ha conducido a esta afectividad.

Si la virtud me engaña, adiós bella Querida.

 

 

II

Bebiendo a largos tragos el fulgor amoroso

que exhala la belleza de tus ojos, me ciego.

Turbada la razón y el alma, no disfruto,

y, como ebrio de amor, se tambalea mi cuerpo.

 

Me late el corazón en las sienes, se enfría

mi calor natural de miedo, mis sentidos

deshechos se eterizan, y quedas satisfecha

de adquirir, por mi muerte, fama de crueldad.

 

Tu mirar fulminante me traspasa la piel,

el corazón, el cuerpo, con sus rayos cual saetas

que me alcanzan el alma; y, si quiero dolerme

 

o pedir compasión de este mal que recibo,

de tal modo me oprime tu crueldad la voz

que no me atrevo a hablar por temor a tus ojos.

Versión de Pedro Gandía

 

 

 

Toma esta rosa -amable cual tú eres...

Toma esta rosa -amable cual tú eres;

rosa entre rosas bellas la más rosa;

diosa en flor entre flores la más diosa

de las Musas, la Musa de Citeres.

 

Recíbela y ofrécele piadosa

tu seno, pues mi corazón no quieres...

(Corazón, rosa mustia, nada esperes;

sangre sin fin tu herida dolorosa.

 

La rosa y tú han sólo una semblanza:

no más un sol la rosa tendrá vida;

¡mil soles tú pervives de esperanza!

 

Si al menos, corazón, rosa transida,

marchitarte pudieras en bonanza,

cual la rosa en su pecho recogida! )

Versión de Carlos López Narváez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Clément Marot: Dos poemas

(1496-1544).

Clément Marot nació en Cahors en 1496. Era hijo de Jean des Mares o Marot, poeta de la corte de Ana de Bretaña y autor de Viaje a Génova y Viaje a Venecia, crónicas en las que los versos alternan con la prosa. 

Jean Marot, que había participado en las guerras de Italia junto a Luis XII, llevó a su hijo a la corte de Francia en la que éste escribió en 1514 sus primeros escritos: paráfrasis de una bucólica de Virgilio y de Luciano de Samosata. 
En 1519 entró al servicio de Margarita de Angulema, hermana de Francisco I y futura reina de Navarra, que se hará famosa como autor del Heptamerón
En febrero de 1526, Clément Marot fue arrestado a causa de una denuncia anónima: se lo acusaba de haber comido tocino durante la cuaresma. Fue encarcelado en el siniestro Châtelet y luego transferido a Chartres. Allí escribió uno de sus poemas más vibrantes: El infierno. En 1527, heredó la carga de su padre en la corte, pero fue encarcelado una vez más por haber tratado de ayudar a un prisionero. 
En 1532 recogió sus poemas de juventud en La adolescencia clementina
En 1534, se vio envuelto en el asunto de los placards, grandes hojas pegadas en los muros cercanos a la habitación del Rey por los protestantes con leyendas contrarias a los sacramentos católicos. Marot tuvo que huir de la corte y su vida se transformó en la vida errante de un proscripto. 
En Nérac, en el sur de Francia, Margarita lo protegió mientras que sus libros y manuscritos eran quemados en Blois y era condenado a muerte por contumacia. Fue entonces que se refugió en Ferrara, en la corte de Renata de Francia, otra hermana de Francisco I, princesa ésta que había abrazado el calvinismo. Allí Marot abjuró del catolicismo sin encontrar sin embargo paz alguna. Pronto tuvo que huir a Venecia. Habiendo obtenido la autorización de volver a Francia, en el camino de regreso, en Lyón, abjuró del calvinismo. 
En 1538 sus Obras son publicadas por Etienne Dolet, gran editor y humanista al que la justicia de su tiempo, algunos años después, le concedería la gracia de ser estrangulado antes de ser quemado en la plaza Maubert de París. 
En 1541 publicó en París su traducción de treinta salmos, poemas que son considerados una de las obras maestras de la poesía francesa. El libro que había obtenido el permiso eclesiástico fue sin embargo prohibido el año siguiente. 
Denunciado una vez más como herético por un poeta celoso, Marot se refugió en la Ginebra de Calvino. Pero su camino de poeta errante y proscripto no terminaba allí. En septiembre de 1544, Marot que esperaba en vano el perdón real murió en Turín.



 

De la jeune dame qui a vieil mari

En languissant et en griève tristesse
Vit mon las coeur, jadis plein de liesse,
Puisque l'on m'a donné mari vieillard.
Hélas, pourquoi? Rien ne sait du vieil art
Qu'apprend Vénus, l'amoureuse déesse.

Par un désir de montrer ma prouesse
Souvent l'assaus: mais il demande: "où est-ce?",
Ou dort (Peut-être), et mon coeur veille à part
En languissant.

Puis quand je veux lui jouer de finesse,
Honte me dit: "Cesse, ma fille, cesse,
Garde-t'en bien, à honneur prends égard."
Lors je réponds: "Honte, allez à l'écart:
Je ne veux pas perdre ainsi ma jeunesse
En languissant."

 

Sobre la joven dama que tiene marido viejo

Languideciendo vive y en tristeza grave
Mi corazón , no hace mucho tiempo era,
Alegre. Ya que me han dado marido viejo.
¡Ay! ¿Por qué? Nada sabe del arte antiguo
Que enseña Venus, diosa amorosa.

Con el deseo de mostrarle mi habilidad
Lo ataco a veces: pero pregunta ¿qué pasa?
O (quizás) duerme, y apartado mi pecho vela
Languideciendo

Luego cuando quiero la astuta hacerme
Vergüenza dice: "Detente, hija mía, detente.
No hagas eso, en tu honor repara".
Respondo entonces: "Ponte aparte vergüenza,
No quiero así mi juventud perder
Languideciendo."

 

***

 

Du confit en douleur

Si j'ai du mal, maulgré moi je le porte,
Et s'ainsi est qu'aucun me réconforte,
Son réconfort ma douleur point n'apaise:
Voilà comment je languis en malaise,
Sans nul espoir de liesse plus forte.

Et faut qu'ennui jamais de moi ne sorte,
Car mon état fu fait de telle sorte,
Dès que fus né. Pourtant ne vous déplaise,
Si j'ai du mal.

Quand je mourrai, ma douleur sera morte:
Mais cependant mon pauvre coeur supporte
Mes tristes jours en fortune mauvaise.
Dont force m'est que mon ennui me plaise,
Et ne faut plus que je me déconforte,
Si j'ai du mal.

 

Sobre el que está repleto de dolor

Si males tengo a mi pesar los cargo
Y si es así que no me ayude nadie,
Calmar no puede este dolor su ayuda.
Así es como languideciendo sufro
 Sin esperanza alguna de mayor goce.

Y es necesario que no se vaya nunca
De mí el dolor, ya que tal es mi estado
Desde la cuna. No os desagrade entonces
Si males tengo.

Mi dolor habrá muerto cuando habré muerto.
Mi pobre corazón sin embargo soporta
Los días tristes de mi mala suerte,
Y debo en mi dolor regocijarme
Y más no debo desconsolarme
Si males tengo.

Traducción y nota biográfica de Miguel Ángel Frontán

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





 

Soneto I

[Poema - Texto completo.]

Louise Labé (1524-1566).


Ni Ulises ni otro Nadie más astuto
aventurado hubiera en su semblante
tan divino, agraciado y respetable,
el afán y el quebranto que yo sufro.

Porque, Amor, con los bellos ojos tuyos
tal llaga en mi alma ingenua perforaste
—nido ya de calor para albergarte—
que no podrá tener remedio alguno

si no se lo das tú. Qué dura suerte:
mordida de escorpión, ayuda clamo
contra el veneno a quien me da la muerte.

Solo le pido calme esta agonía;
mas no extinga el deseo a mí tan caro
que si me ha de faltar me moriría.

 

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